Apúrala con calma, con hambre, enajenado,
distante a la idiotez, altivo si es preciso,
abraza la penumbra, no huyas la tristeza,
sé fiel a la lujuria, no temas la renuncia.
Apúrala en silencio,
jamás con abandono.
Que nunca sea el recuerdo de un nunca pudo ser.
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Hoy he escuchado este poema por la radio
-mientras que esperaba a que la puerta del garaje terminara de abrirse-,
y he sentido la necesidad de buscarlo y "plantarlo" aquí.
Luego pensé en lo importante que es la poesía en nuestras vidas.
Puede inspirarnos, salvarnos en un momento dado y, siempre, remover algo.
Quisiera, en un arrebato de amor "fou", leérselo a mi hijo mayor.
La poesía se haya en todas partes.
Mantened los sentidos alerta, compañeros de viaje.
NOTA: Se trata de los versos finales del poema "Querella", de Antonio Lucas, de su libro Los desengaños. Galardonado con el Premio Loewe 2014, el autor leyó este en la entrega del premio y en ello parecieron estar de acuerdo los tres poetas congregados en Vivanco, en apurar la existencia propia como si fuera una copa de vino.